Patitos en Fila

Patitos en Fila

martes, 14 de diciembre de 2010

The one

Enfilaba para ser el indicado. Sofisticado. Amable. Buenos modales. Humilde. Sonrisa divina. Intelectual. Proyectos de todo tipo que formaban parte de tu rutina. Encantador. Siempre de buen humor. Y la frutilla del postre, un porte envidiable y facciones sumamente delicadas. Un conjunto de factores que provocaba miedo. Porque nada puede ser tan perfecto, porque no podía brillar tanto dentro del barro de mediocridad a la que los hombres la tenian acostumbrada. Después de todo, ella le encontró el punto. Él había mostrado la hilacha. Era el mismo envase desprovisto de sentimientos que se había cansado de repudiar y del cual se jactabas diferenciarse. Egoísta. Manipulador. Hechicero. No soporta que alguien lo proteja, sea su sostén, la espalda en la que pueda apoyarse. Se cree auto-suficiente, impune al sufrimiento. Se esconde detrás de un velo de humildad que existe solo cuando tiene que encantar a alguien. Ella sintió pena. Porque nadie garantiza el éxito, pero si la incondicionalidad, la lealtad, el compañerismo, el firmamento y el limbo juntos interactuando, y el amor, el más profundo amor. Inmediatamente supo que él viviría buscando de que reír, o mejor dicho, promoviendo su sonrisa divina pero vacía. Lo verá pasar y volverá a  compadecerla de su hipocresía.
No supo valorarlo. No supo notarlo.
Lamentable.

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