Patitos en Fila

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viernes, 21 de octubre de 2011

Espejismo


Se encontraron. Se resultaron indiferentes. Volvieron a encontrarse, midieron sus intelectos y sus actitudes, se trenzaron en un debate y afloraron sus prepotencias, conocieron sus posiciones y dejaron de lado la displicencia que se ofrecían.

Se acercaron, se pusieron a prueba, se desafiaron, se entendieron, se alejaron y volvieron a juntarse. Se reflejaron el uno en el otro.  Disfrutaron de la compañía como quien resulta afín en todos los contextos, y comenzaron a compartir perfectas sonrisas, entremezcladas en tazas de café, divagues filosóficos, proyectos de ideas en común y se encontraron cómodos, muy cómodos.

Entendieron que querían mantenerse cerca, para estimular e incentivar sus caminos, se entendían como precisos engranajes que funcionaban dinámica y armoniosamente.

Se atrevieron, aplacaron sus egos, se allanaron, se integraron, y le hicieron honor a la humildad. Se obnubilaron en la inteligencia del otro y se abrazaron, una y otra vez. Se contemplaron desde lejos, de cerca, a centímetros. Disfrutaron de verse hundidos en los libros, se quisieron con la mirada, con la piel y con el corazón.  Se pertenecieron.

Egoísmo supremo. Tozudez. Veneno. Locura. Impenetrable coraza al corazón. Aún colocándole la denominación que prefieras, no modifica la esencia del quiebre. Una parte que buscaba entregar todo su ser, convertirse en el sostén que revierta dolores pasados hasta convertirlos en carcajadas y recuerdos pisados. Buscaba ser el par de quien no le interesaba nada de eso. Aquél que prefirió acurrucarse en su soledad, tan cómoda como vacía, tan efectiva como fría. Aquél que no supo entrever en líneas, que además del amor, buscaban rendirle incondicionalidad y lealtad. ¿Existe alguna combinación más valiosa? Pena y dolor, desilusión. Un vacío preparado para empezar a ser llenado, y la misma rutina de siempre. Sufrimiento, resignación, superación, desinterés, olvido.