Patitos en Fila

Patitos en Fila

lunes, 25 de julio de 2011

Mirada de reojo.

Últimamente empecé a observar que la gente vive paranoica. Todos transcurren sus días viviendo inmersos en la desconfianza, y no me refiero sólo a las personas que entablan relaciones efímeras con extraños, sino a las mismísimas personas que conforman un círculo familiar.
No quiero repetir el cliché de que los tiempos pasados fueron mejores, y que antes todo era mejor, que se vivía respaldado por el peso de la palabra, que valía aún más que la firma de un escribano. Tampoco quiero enumerar hasta el cansancio, como se podía sacar las sillitas a la puerta con una pava de mate y ver pasar a los vecinos, con la puerta abierta de par en par, sin miedos.  Que los abuelos eran respetados como fuente de sabia enseñanza y que antes de traicionar a un familiar se prefería el destierro.
Ya estamos cansados de que nos confeccionen listas nostálgicas, pero tampoco podemos dejar de aceptar que las relaciones se han visto tan desgastadas que personalmente, me desorienta.
Aún en las familias que aparentan ser sumamente sólidas, moviéndose en bloque, sin disentimientos, como entiende el gran Carlos Solari, “cuando al billete hace que baila
la mierda corre y la traición también”.
Percibo que el egoísmo, que antes quedaba de las puertas de la casa familiar para afuera, hoy es el protagonista de cada día. Ya no interesa si es el hermano, el tío, el padre o el abuelo. Si hay que pisarle la cabeza, se la pisan. Sin titubear. Se perdió la solidaridad y el compañerismo dentro del ámbito familiar. Cualquier dicho o acción es vista con recelo, se desconfía, se habla por lo bajo, se cruzan miradas cómplices y condenatorias, prejuiciosas. Los principios y valores cambian con escabrosa facilidad, y la jerarquía que antes nos inculcaban desapareció. Reitero: no considero que todo lo pasado sea mejor, pero me asusta pensar que ya no se pueda confiar ni siquiera en tu propia sangre. Salvo por escasas excepciones, el resto deja mucho que desear.  

jueves, 21 de julio de 2011

Más y más.


Quiero contemplarte. 
Retener la figura de tu perfil. 
Quiero verte sonreir, casi a diario, porque también me gusta extrañarte. 
Tu sonrisa infantil, tímida, silenciosa. Si, definitivamente me gusta extrañarla. 
Pero no por mucho tiempo, la quiero cerquita. 
Quiero saber que si la extraño demasiado puedo correr a escucharla, y disfrutar de como la acompañan tus ojos rasgados. 
Contágiame de tu bondad, de tu inocencia, de tu humildad. 
Enséñame toda tu simpleza y tu humor ingenuo. 
Todavía no aprendí todo de vos, 
y siempre voy a querer más, más y más.

lunes, 18 de julio de 2011

My self


Ayer por la noche tuve contacto con una compañera con la cual hacía mucho tiempo que no charlaba. Obviamente, las primeras preguntas fueron las de rutina. Qué como estábamos, si continuábamos en los mismos trabajos, como iban las materias de la facultad, y todas esas preguntas obligatorias por convenio social.

Había pasado mucho tiempo desde que me había sometido por última vez al clásico interrogatorio de reencuentro, y no me vino nada mal.

A medida que iba respondiendo pude notar, casi inconscientemente que las cosas no estaban tan mal como pensaba. Al contrario. Noté que estaba transitando una etapa de mi vida que me resultaba claramente favorable, porque aunque no esté rebalsando de felicidad, por primera vez en mucho tiempo estoy tranquila, enfocada, estable, fuera de alcance de sobresaltos y de miedos. Enumeré mentalmente todos los ámbitos que forman parte de mis días y pude comprobar que los disfruto. Mi actitud cambió, y se nota. Los demás lo notan, y me lo hacen saber. Disfruto de la compañía de otra clase de gente y espero con ansias mis ratos en soledad para dedicarme a mi misma. No me obligo más a complacer a nadie que no se lo merezca, ni escucho a quién no quiero. No formo parte de todo lo que no esté de acuerdo, y gasto mis energías sólo en lo que valga la pena. Me volví más solitaria, más sensible, más creativa y más paciente. Menos combativa, menos ansiosa, y menos caprichosa. Creo que es un estado de “letargo” voluntario, y me gusta, me hace bien.



jueves, 14 de julio de 2011

Tu mejor amigo

"Tu mejor amigo es tu peor enemigo."

Suena un poco fuerte y provocador. No son palabras que me pertenecen. Son de la autoría del filósofo más controvertido pero el que más me apasiona, Friedrich Nietzsche. Ayer, leyendo una de sus obras magistrales, encontraba que fundamentaba ese razonamiento.

Tu mejor amigo, será aquel que no solo soporto todos tus lados oscuros, sino que también será aquél que logre que vivas replanteando tu camino y tus decisiones. Aquellas cosas que deberías revertir o no, pero te acompaña a encontrarle sentido a tus elecciones, seguridad y fundamentos sólidos a los que aferrarse.

Encontrar alguien con quien puedas realizar el ejercicio de razonar las situaciones, distinguir los “pro y contra”, que te ayude a alejarte del problema y mirarlo por encima, objetivamente. Alguien de quien puedas escuchar lo que sea, sin ofenderte, sabiendo que todo lo que te dice, lo dice con buenas intenciones, porque quiere verte feliz.  
Alguien que no te exija relaciones de amistad que impliquen dar para esperar la retribución, que te ofrezca verdadera solidaridad y sentimientos genuinos.

Yo encontré un par de estos, solo un par, y no los quiero dejar ir, los cuido.
El resto…si forman parte de mi vida, pero no me preocupo más, me tienen sin cuidado, que bailen entre hipócritas.

martes, 12 de julio de 2011

Lili


Hace días que la pienso. En realidad, pienso como homenajearla. Ir a visitarla, ahora, donde está, no quiero. No me nace, no la identifico con ese lugar. ¿Publicar una foto suya? No, no, de ninguna manera, hubiese significado el final de mis días, no le gustaba que le saquen fotos, mucho menos que las vea cualquier desconocido. Entonces, recordé que nunca le escribí nada en su honor. Y me puse a pensar en como era. Su característica predominante: ser “coqueta”. Aún cuando dormía estaba maquillada, peinada, con algún perfume, y encremada. Por dios, como le gustaba usar cremas. De todo tipo, a toda hora. Si había algo que le envidiaba, eran su delantera y su piel. Con mi hermana siempre la molestábamos diciéndole que con uno solo de sus pechos nos proveía a las dos, y se mataba de risa. La piel, era increíble. No tenia arrugas, nada de nada, extremadamente suave. Lo más gracioso de su personalidad era cuando se enojaba. No sabía insultar, entonces mandaba por el aire un rosario de insultos deshilvanados que no se entendía nada y se ponía toda roja y furiosa. 

Tuvo 8 nietos, entre los cuales me incluyo como la quinta en orden cronológico. A todos nos crió, siempre ayudo con la crianza. Me fascinaba quedarme por las tardes con ella, escuchando las charlas que tenía con mi madre, que es su hija, mientras tomaba “mates de te con manzana y naranja” y cocinaban alguna torta. De muy pequeña, tuve episodios muy graciosos con ella, anécdotas que aún recuerdo y no puedo dejar de sonreír. Su casa de casada, era la típica casa antigua con ventanas donde entraba el sol calentito, con un fondo con mesas y banquitos llenos de venecitas, y un cuartito en el fondo que se usaba de depósito. Un pino enorme en el centro, y nietos corriendo por todos lados. Un marido muy particular, al que no llegue a conocer, aunque siempre lo supe querer como si hubiese podido disfrutar de mi abuelo. Un tipo sumamente fundamentalista y buen hombre por sobre todas sus características, con una paciencia inmutable. 

Mi abuela se vestía siempre en composé, y caminaba con pasitos cortitos y rápidos, por lo menos hasta que la vista se lo permitió. Tenía una fortaleza formidable, recuerdo una tarde en la que cayó de una escalera, e increíblemente solo tuve lesiones muy leves. Su fortaleza no era solo física, sino también espiritual y psicológica. Tuvo la desgracia de perder un hijo y a su marido, sin embargo, jamás me demostró su dolor. Los recordaba con muchísimo amor, y hablaba de ellos como si todavía estuvieran entre nosotros. Le encantaba llamar a mi madre de una forma particular, y mi mamá se quejaba de su voz chillona. Se peleaba continuamente con mi padre, porque él la molestaba para volver a ver como se enfurecía graciosamente como ya les comenté, y se decían cosas muy originales. 

Fue una mujer de campo, luego una ama de casa y vecina de barrio. Era muy atractiva de joven, y le gustaba pavonearse. Los últimos años de su vida los vivió en mi casa familiar. Toda la familia quiso que así sea, se iba quedando de a poco y queríamos disfrutarla y cuidarla al máximo. No podíamos parar de reír cuando se robaba la comida a nuestras espaldas, sobre todo lo dulce, fanática de los caramelos y el dulce de zapallo. Cuando venía a sentarse a la mesa, mis hermanos le ponían la canción de apertura de los almuerzos de Mirtha Legrand, y se ponía colorada. 

Aunque a veces interpretaba el papel de desentendida, entendía todo mejor que cualquiera de nosotros, los sanitos. Nunca me voy a olvidar la última vez que pudimos charlar razonablemente. La extraño mucho, todos la extrañamos porque fue una gran madre, una mejor abuela, y una persona divina. 

Te vamos a recordar por siempre, Lili.

martes, 5 de julio de 2011

Jaque mate


La semana entrante comenzó con un par de confesiones que patearon el tablero…y como lo patearon. Tiraron por la borda años y años de una fachada que protegía los secretos más delicados, simplemente, porque se volvieron intolerables. La fachada estaba sostenida por cuatro pilares que mantenían su estructura en alza. Se los presento: el miedo, la vergüenza, el orgullo y la paciencia.
Podríamos estar de acuerdo, quizá la mayoría, en que el tiempo cura las heridas, pero solita aprendí que también erosiona y corrompe. Esta vez,  se encargó de comer todos los cimientos cual termita hambrienta en un aserradero, y cuando toda la estructura estaba a punto de derrumbar, se le dio un empujoncito para terminar de una vez por todas con semejante espectáculo.
Te soy sincera…me siento orgullosa, porque si hay algo que no me falta, es valentía.