Patitos en Fila

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martes, 12 de julio de 2011

Lili


Hace días que la pienso. En realidad, pienso como homenajearla. Ir a visitarla, ahora, donde está, no quiero. No me nace, no la identifico con ese lugar. ¿Publicar una foto suya? No, no, de ninguna manera, hubiese significado el final de mis días, no le gustaba que le saquen fotos, mucho menos que las vea cualquier desconocido. Entonces, recordé que nunca le escribí nada en su honor. Y me puse a pensar en como era. Su característica predominante: ser “coqueta”. Aún cuando dormía estaba maquillada, peinada, con algún perfume, y encremada. Por dios, como le gustaba usar cremas. De todo tipo, a toda hora. Si había algo que le envidiaba, eran su delantera y su piel. Con mi hermana siempre la molestábamos diciéndole que con uno solo de sus pechos nos proveía a las dos, y se mataba de risa. La piel, era increíble. No tenia arrugas, nada de nada, extremadamente suave. Lo más gracioso de su personalidad era cuando se enojaba. No sabía insultar, entonces mandaba por el aire un rosario de insultos deshilvanados que no se entendía nada y se ponía toda roja y furiosa. 

Tuvo 8 nietos, entre los cuales me incluyo como la quinta en orden cronológico. A todos nos crió, siempre ayudo con la crianza. Me fascinaba quedarme por las tardes con ella, escuchando las charlas que tenía con mi madre, que es su hija, mientras tomaba “mates de te con manzana y naranja” y cocinaban alguna torta. De muy pequeña, tuve episodios muy graciosos con ella, anécdotas que aún recuerdo y no puedo dejar de sonreír. Su casa de casada, era la típica casa antigua con ventanas donde entraba el sol calentito, con un fondo con mesas y banquitos llenos de venecitas, y un cuartito en el fondo que se usaba de depósito. Un pino enorme en el centro, y nietos corriendo por todos lados. Un marido muy particular, al que no llegue a conocer, aunque siempre lo supe querer como si hubiese podido disfrutar de mi abuelo. Un tipo sumamente fundamentalista y buen hombre por sobre todas sus características, con una paciencia inmutable. 

Mi abuela se vestía siempre en composé, y caminaba con pasitos cortitos y rápidos, por lo menos hasta que la vista se lo permitió. Tenía una fortaleza formidable, recuerdo una tarde en la que cayó de una escalera, e increíblemente solo tuve lesiones muy leves. Su fortaleza no era solo física, sino también espiritual y psicológica. Tuvo la desgracia de perder un hijo y a su marido, sin embargo, jamás me demostró su dolor. Los recordaba con muchísimo amor, y hablaba de ellos como si todavía estuvieran entre nosotros. Le encantaba llamar a mi madre de una forma particular, y mi mamá se quejaba de su voz chillona. Se peleaba continuamente con mi padre, porque él la molestaba para volver a ver como se enfurecía graciosamente como ya les comenté, y se decían cosas muy originales. 

Fue una mujer de campo, luego una ama de casa y vecina de barrio. Era muy atractiva de joven, y le gustaba pavonearse. Los últimos años de su vida los vivió en mi casa familiar. Toda la familia quiso que así sea, se iba quedando de a poco y queríamos disfrutarla y cuidarla al máximo. No podíamos parar de reír cuando se robaba la comida a nuestras espaldas, sobre todo lo dulce, fanática de los caramelos y el dulce de zapallo. Cuando venía a sentarse a la mesa, mis hermanos le ponían la canción de apertura de los almuerzos de Mirtha Legrand, y se ponía colorada. 

Aunque a veces interpretaba el papel de desentendida, entendía todo mejor que cualquiera de nosotros, los sanitos. Nunca me voy a olvidar la última vez que pudimos charlar razonablemente. La extraño mucho, todos la extrañamos porque fue una gran madre, una mejor abuela, y una persona divina. 

Te vamos a recordar por siempre, Lili.

2 comentarios:

  1. idola, indiscutile...siempre una señorita..

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  2. Muchas gracias al plantel...defiendan el apellido. Besos! y vamos por el ascenso.

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